viernes, 9 de agosto de 2013

La Limerencia moderna.

Hoy, un hombre, entre los 25 y 30 años, cuando descubre el estado de la limerencia  puede ser peligroso. La inocencia de sus actos, sumado a la sensibilidad de sus emociones, pueden generar el intento más inoportuno, del que no habrá retorno. No se puede ser cómplice y testigo, pero si se puede ser víctima y victimario, porque cuando un hombre entre los 25 y los 30 se enamora, es capaz que cometer el crimen más estúpido, el de no animarse a decir que es amor lo que lo mantiene inquieto.

Así es como se escriben las grandes historias. Desencontrando los cuerpos, no para que sepan buscarse, sino para que aprendan a encontrarse.

Entre tanto homicidio cometido, noche tras noche, La víctima, será acusada de autor material, el mismo día que deje en manos del destino, este esperado encuentro.


El amor en estado de composición, es aun más inquietante que la gestación propia de los deseos, aun sabiendo que existen probabilidades de que sea eterno. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.