Por
momentos resulta sospechoso, cómo una mañana temprano, desayunando y leyendo el
diario, puede provocar semejando desequilibrio emocional.
Un buen negocio, es aquel en el que todas sus
partes resultan beneficiadas. Cuando alguna fisura financiera establece una
oscilación en el balance, perjudicando notoriamente a alguno de los nodos
comprometidos en el negocio, éste quiebra, e ingresa en un pozo de aire, con
caída libre, sin tener un paradigma existente, que permita hacerlo flotar,
siendo inminente su peor final.
De esta
manera y con esas palabras leídas en un artículo de diario, comienza mi
análisis.
El deseo
reprimido del psicoanálisis, tanto en la práctica, como en la teoría, me llevan
a divagar con ideas poco frecuentes y comparaciones absurdas, con el fin de
obtener algún mensaje. Es por eso que
analizar cada historia, con sus detalles invisibles, nos resulta necesario.
Cuando uno
aprende a quedarse sentado, quieto, puede observar mucho más de lo que se puede
ver, porque observar no tiene que ver con los ojos, tiene que ver con la mente.
Este estado logre alcanzarlo con intenciones propias de mi estilo de vida.
La cuestión
tiene que ver con la transición en el tiempo. Tengo grandes problemas con la
línea que separa al pasado con el presente, desde hace bastante, pero esa
acumulación de energía logré que juegue para el lado de los míos y vayamos todos
por el mismo canal.
Un buen
negocio también tiene que ver con el amor, con el amor tangible, ese que existe
y que se puede observar, entonces, después de entender eso, lo analicé y tiene
mucho en común.
El éxito de ayer.
Existieron
dos nodos involucrados en el negocio, con proyectos, con intensiones, con
movimientos. Yo y ella, unidos por un interés, el interés de cumplir con el
equilibrio emocional, para mantener el balance y ser ambos, beneficiados por el
amor. Por momentos supimos ser buenos financieros y administradores de nuestros
propios sentimientos. Innovamos, compramos, cedimos parte de nuestro sector,
ampliamos la empresa.
Todo
crecimiento necesita de nuevas ideas y no siempre lo nuevo es mejor. Muchas
veces sucede que no sabemos nada de amor y sin embargo nos animamos a amar, por
lo menos hasta que uno de los nodos comienza a dudar.
De repente
el balance ya no empieza a ser equilibrado, se desprenden algunas emociones. La
rutina y el agotamiento por mantener el enlace de unión, lleva a tomar las
decisiones equivocadas. Se presentan las primeras auditorias negativas, los
primeros síntomas indican que el negocio está en peligro, no porque no haya
sido bueno, sino porque ya no es novedoso para sus partes y en el mercado hay
nueva competencia.
Sin poder
sostener el sistema, se presentan infinidades de paradigmas, para arreglar la
situación. Ninguno de sus fundadores quiere abandonar el negocio, simplemente
porque tienen un afecto especial, ya que entre dos lo crearon, lo vivieron y
lo disfrutaron.
Una de las
partes deja de ser beneficiada, entonces se pierde el negocio, porque sin
beneficios totales, no habrá beneficios parciales que soporten. Aparecen nuevas
partes, nuevos nodos unidos por aristas que van formando su propia rama, así es
como se comienza a dividir lo que en principio estuvo unido. Cada una de sus
partes fundadoras comenzara de nuevo, ramificando sus caminos y mejorando sus
actitudes del pasado, para no volver a fracasar.
Así es como
termina el análisis, gracias a un disparador provocado por el artículo de un
diario. Vivimos negociando, en la práctica y en la teoría. Hoy, después de
tanto tiempo de preguntas sin respuestas, gracias a un momento insignificante
del día, leyendo una nota en el diario sobre el éxito de un negocio, comprendí
que finalmente ganamos, porque un negocio exitoso resulta, cuando todas sus
partes son beneficiadas. Ella armo su rama y yo, por fin, comencé a armar la
mía, porque el amor no solamente nace o brota, sino que también se construye y
se mantiene.
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